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La muerte de las palabras
Manuel Seco
Como las personas, como las cosas, como las instituciones, las palabras acaban por envejecer y morir. Pero la vejez de las palabras suele ser larguísima, y no es raro que pase un siglo desde que empiezan a decaer hasta que desaparecen. Y aun en este caso no es fácil extender el certificado de defunción de la palabra; muchas veces se trata sólo de una muerte aparente, y lo único que ha ocurrido es que la palabra retirada de la lengua general ha quedada remansada al margen, en el uso literario, en el uso regional o en el uso restringido de ciertos grupos sociales o profesionales.
Naturalmente, una de las causas del desuso de las palabras es el desuso de las cosas designadas por aquéllas, pero la más importante de las causas de muerte de las palabras es la ignorancia. No tanto la ignorancia individual como la colectiva, la instrucción general deficiente, hace que queden inservibles para muchos hablantes, prácticamente muertas, ingentes cantidades de palabras que la lengua tiene a disposición de quien las necesita.
Adaptado de .
Las palabras, según el autor del texto, tienen una semejanza con las personas, las cosas y las instituciones, que es: